Nada más conocerse el acuerdo firmado por Virginia Rometty y Tim Cook, por el que IBM y Apple van a colaborar en las comunicaciones móviles de empresas, han aflorado muchos interrogantes. Era obvio preguntarse por qué dos compañías poderosas, que se han imprecado mutuamente durante décadas, un buen día deciden actuar juntas. Cada una por sus razones, y no todas económicas. Pero lo que a más de un observador le pasó por la cabeza fue una cuestión colateral: ¿qué pasos dará Google para responder a un pacto que la margina? Android es la plataforma más vendida y la más usada por los consumidores, pero pocas empresas confían en ella para las comunicaciones de sus empleados.
El motivo que los dos aliados tienen en común es la convicción de la conquista del mercado de movilidad empresarial está todavía en una fase primaria, y que llevarlo a su desarrollo potencial – que se mide en miles de millones de dólares – plantea problemas de tal magnitud que ni uno ni otro, ni tampoco sus rivales, puede resolver por sí sólo.
Para Apple, es un espaldarazo que IBM otorga a su sistema operativo iOS. Algo así como un sello para su aceptación por los administradores de sistemas de empresa – clientes naturales de la segunda – algo que por algún tiempo pareció no inquietar a la primera, persuadida de que serían los empleados quienes se ocuparían de llevar sus dispositivos – el iPhone primero, el iPad después – al ambiente corporativo. Al mismo tiempo, sería una vindicación de quienes han aceptado esas presiones dejando entrar los dispositivos de Apple.
Para IBM, la ventaja no es menos obvia: años después de renunciar al hardware commoditizado, encuentra la manera de apoyarse en una plataforma ajena, de calidad reconocida para sustentar sus iniciativas de software y servicios en materia de movilidad. Porque un aspecto no menor del acuerdo es que IBM comercializará entre su clientela los dispositivos móviles de Apple [y hasta podría imaginarse que venda Macs]. Adicionalmente, es un guiño a los inversores, a los que parece decir que están equivocados aquellos que cuestionan su capacidad de salir del pozo.
De los dos párrafos anteriores, uno podría deducir que el pacto es más importante para IBM que para Apple, pero no necesariamente es así. En realidad, iOS es una plataforma que vive aislada: limitada a un par de ´factores de forma` carece de la flexibilidad de desarrollo que caracteriza a Android. Aparte de esto, tiene ventajas conocidas: una reputación bien ganada, una base de usuarios masiva y una alta homogeneidad gracias a sus actualizaciones frecuentes, que son suministradas directamente por Apple. Y en los últimos meses se ha puesto en evidencia que el iPad se sigue vendiendo bien en los mercados emergentes, pero flojea en los maduros; ya dijo Tim Cook en la última conferencia con analistas que la respuesta a esta tendencia es hacerse más visible para las empresas.
Cualquier administrador, CIO, CTO o como se llame esta posición en cada empresa, tiene sobre la mesa – pocos se han decantado – estrategias de BYOD, que no empiezan ni acaban en la selección del dispositivo, pero que en algún momento tropiezan con la ineludible disyuntiva de elegir la plataforma más idónea. Las ventajas de iOS que se han señalado más arriba tienen como contrapartida el férreo control de Apple, lo que hace que sea más difícil de gestionar en entornos plurales como, por lo general, son los sistemas de las empresas.
Quizá lo más interesante del acuerdo no esté en la cantidad de dispositivos que podrían venderse sino en la promesa de que, juntas, IBM y Apple van a promover aplicaciones verticales, un centenar en el primer lote. Y se supone que IBM conoce por cercanía las necesidades de sus clientes, una ciencia que su aliado no conoce, pero a la vez necesita que este ponga de su parte el íntimo conocimiento de la plataforma propia.
Las dos compañías han presentado la noticia con cierta solemnidad en el manejo de la imagen sus ambiciones comunes. Quieren vender móviles y tabletas, desde luego, pero subrayan que la próxima generación de aplicaciones – ´una nueva clase`, han explicado al alimón Rometty y Cook – aprovecharán las más de 8.000 API que Apple ha abierto a los desarrolladores bajo iOS 8. Esas aplicaciones podrán aunar dos características, adaptables y predictivas, que son esenciales en la infraestructura de los negocios.
IBM ofrecerá a sus clientes servicios cloud optimizados para iOS, incluyendo gestión de flotas de dispositivos, seguridad, análisis e integración con otras aplicaciones. Según recuerda un comunicado de la compañía, el catálogo de su plataforma MobileFirst [para iOS] puede ser adquirido en varios modelos de despliegue, «tanto on-premise como cloud, flexibilidad que es importante cuando los CIO necesitan equilibrar seguridad, regulación y costes, y que es clave para los desarrolladores». Implícitamente, se sugiere el reconocimiento por parte de Apple de que la movilidad empresarial es mucho más que una variante de los servicios que ofrece a los consumidores. Para ser aceptadas por los CIO, las aplicaciones móviles necesitan una sólida integración en el back end, gestión de identidad y seguridad, entre otras cualidades.
¿Significa que la estrategia móvil de IBM se decanta exclusivamente por iOS? No, en absoluto. Pocos días después de anunciarse la alianza con Apple, la compañía anunciaba, sin que mereciera atención mediática, una extensión del acuerdo vigente con la empresa británica Monetise para desarrollar aplicaciones móviles de banca que soportarán «dispositivos de todas las plataformas».
Hay varias hipótesis sobre lo que puede hacer Google para contrarrestar la impresión de que ha quedado, aparente y momentáneamente, fuera de juego por no tener un socio de la talla de IBM. Primero: puede encontrarlo, pero uno de los más señalados problemas de Android no es la falta de socios sino su fragmentación. A diferencia del estricto control que Apple ejerce sobre su plataforma, cualquier intento semejante por parte de Google implicaría trabajar con distintos fabricantes y operadoras para que las actualizaciones del sistema operativo lleguen a su parque de dispositivos, y esas actualizaciones tienen que pasar por severos test de seguridad.
Oficialmente, Google no ha valorado la alianza entre Apple e IBM. Distinto es el caso de BlackBerry, a la que le ha faltado tiempo para avisar que estaría encantada de encontrar fórmulas con quienes aprecien su eventual contribución a una iniciativa amplia.
En principio, la mejor opción para Google sería aliarse con Samsung. El entendimiento entre ambos nunca ha sido perfecto, pero la necesidad une mucho. La marca coreana reúne dos cualidades que la distinguen del resto de las que adhieren a Android: es de lejos la que más móviles vende, y lleva tiempo trabajando en una oferta propia para el mercado corporativo. En enero, las dos compañías anunciaron un acuerdo para compartir por 10 años sus patentes, un paso preparatorio de la colaboración que ahora empieza a tomar forma.
A comienzos del verano, las dos compañías desvelaron sus planes para colaborar en un ´contenedor` para el sistema operativo Android L, y pese a la escasez de detalles quedó bastante claro que incluirá elementos de Knox, la plataforma de Samsung para movilidad empresarial anunciada durante el último Mobile World Congress. Esto no significa que Knox vaya a sumergirse tal cual en Android, porque algunos de sus rasgos seguirán siendo exclusivos del hardware coreano [arquitectura TrustZone, certificado de identidad, autenticación biométrica y otras especificaciones con las que busca ser aprobada para usos gubernamentales y militares].
Según un blog oficial de Google, Samsung contribuirá a que los productos de EMM [entreprise mobility management] de terceros puedan funcionar con APIs diseñadas en común entre las dos empresas. Es, en esta medida, un grado de flexibilidad que Android necesita para que otros fabricantes transformen algunos de sus modelos para usos corporativos: esas funciones, segregadas de Knox, vendrán precargadas en Android L a partir del otoño. Del centenar largo de marcas afines a Android, sólo se sabe que Lenovo tiene intenciones de pasar a la ofensiva en el mercado empresarial, una vez haya completado la absorción de Motorola Mobility.
[basado en un informe de Arantxa Herranz]